«Silvero me dijo: “Rata, salí…”. Hubiera preferido pedirle yo que me sacara. Fue en el intervalo. Me vestí apurado, salí lleno de vergüenza, tratando de no ver a nadie. Llegué a mi casa cuando terminaba el partido y le dije a mi mujer: “Vieja, esto se acabó. Basta para mí Rattin no puede dar lástima. Y hoy realmente, fui un desastre. Está decidido: largo’…”
“Seguí jugando, aunque estaba para largar en 1966. Y cada año conseguía mejores contratos. En 1970, que casi no he jugado, gané más dinero que en mis mejores temporadas cuando jugaba 28 o 30 partidos oficiales y todos al mismo nivel. Podía haber “robado’’ un año más. Pero no quise. Ahora Boca me hace el partido homenaje y eso tiene un valor enorme para mí. Pero el gran homenaje me lo hizo la hinchada, hace algunos domingos, en el estadio de Velez. Llegué con mi señora para sentarme en la platea y desde la cabecera me divisaron. Será porque tengo la suerte de ser lungo, flaco y fulero, por eso me distinguen en todos lados… La hinchada empezó a gritar: ¡¡Rata, corazón!!!, y tuve que pararme a agradecer.
Fue emocionante. Que a uno lo ovacionen cuando juega y el equipo gana, es normal. Y uno termina por acostumbrarse. Pero así, cuando uno ya no está jugando, cuando uno ya decidió largar es algo que no tiene precio.
